Como
había esperado desde que habíamos empezado la mudanza, Brooklyn me abrió un
mundo nuevo, ya no era la niña friki que pasaba el día leyendo en casa o
mirando la tele, simplemente era una niña más del barrio. Poco tiempo después
de mudarme, hice nuevos amigos y después de unos meses, cuando ya me sentía
como en casa, empecé a salir con un chico.
Ese
cambio hizo que mi vida mejorara y como que estaba más ocupada estudiando,
saliendo con los amigos y visitando a los abuelos, me olvidé del misterio que
había estado investigando durante mi infancia.
Antes de
acabar el instituto, conseguí una beca para estudiar en la Universidad de
Columbia, entonces en esos días que pasaba con los amigos mirando alguna serie
o pasando el día en Nueva York, fueron substituidos por días enteros estudiando
en la habitación de la residencia.
-Hoy
estudiaremos la genética humana-dijo el profesor delante de los 200 alumnos-.
De aquí una semana quiero en mi mesa un árbol genealógico sobre vuestra familia,
cada semana lo iremos completando, pero para empezar hoy quiero que miréis el
color de los ojos de vuestros familiares i hagáis los cruces genéticos de los
abuelos con los padres.
Cuando
llegué a casa de los abuelos, tuve la sensación de déjà vú, como si ya hubiese
vivido una experiencia parecida, pero con ese mal presentimiento, entré por la
puerta.
Escritora @AinaRib
¡Qué intriga!
ResponderEliminarSIGUIENTE <3