Fueron
pasando los años y esa conversación se quedó tan lejos como la época en la que
jugaba con muñecas. Después de ese día, el pasado de los abuelos no se hablaba
nunca, fue un tema tabú. Nadie lo hablaba ni
mencionaba el ataque que tuvo la abuela, y dentro de unos meses esa
noche se olvidó. Pero yo sabía que en ese sito ocurrió alguna cosa y empecé a
investigar por mi cuenta buscando el álbumes de fotos y en el baúl de los
recuerdos en busca de alguna cosa sólida.
-Aibi,
¡baja la caja de los libros que el camión de la mudanza ya ha llegado!
Yo
tenia 14 años cuando nos mudamos a Brooklyn. A papá., lo habían contratado en
una empresa de Nueva York como abogado y como le aumentaron el sueldo,
decidimos mudarnos a un barrio más seguro. Esa fue la primera vez que los
abuelos y yo no vivíamos en la misma casa.
Eso
marcaba un antes y un después en mi vida, porque no los vería tantos días y no
tendría acceso a los álbumes de fotos, y
eso significaba que no podría continuar con la investigación. Este misterio
ocupó mi cabeza durante todos los días de todos esos años y alimentaba mi
curiosidad. La verdad, pero, es que todos esos años de esfuerzo y de trabajo
solo me habían llevado a muchas fotografías que no tenían ningún significado y
facturas de la luz.
-Aibeleen-
me dijo el abuelo mientras nos despedíamos – los cambios siempre tienen una
parte positiva. Me encantaría que continuaras aquí con nosotros durante toda la
vida, pero ya es hora de que empieces tu vida. Así que, Aibi, ¡ves a comerte el mundo!
-Abuelo-
le dije yo – me voy a Brooklyn, no a París. Estamos sólo a 10 minutos con metro
y que sepas que os vendré a visitar siempre que pueda. ¡Os quiero mucho, adiós!
Escritora: @AinaRib
¡SIGUIENTE! <3
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