-¡Hola mamá! ¿Qué tal?
-Muy bien, hija, acabo de hablar con la abuela y me ha
dicho que los has ido a visitar, ¿no?
-¡Sí! Es que estamos haciendo un trabajo sobre la
genética humana y haremos un proyecto con nuestra familia.
-¿A si? Que interesante, ¿no?
-Sí, bastante. Escucha mamá, necesito una analítica tuya
para verificar tu grupo sanguíneo, ¿me la podrás traer mañana a primera hora?
Si no suspenderé.
-Y tanto, ningún problema. Espérame mañana a las ocho y
media en la plaza del árbol.
-¡Perfecto! Gracias, mamá.
Es
curioso como la vida te puede jugar malas pasadas, como una pequeña anécdota desencadena
otras muchas otras que hacen que tu vida de un giro de 380 grados.
Dooong, Doong.
Acababan
de sonar las campanas anunciando las ocho y media y mi madre aún no había
llegado.
-Mamá-le dije
llamándola -, ¿Dónde estás? ¡Necesito la
analítica ahora mismo!
-Tranquila, estoy a 2 minutos de casa, ahora vengo.
A veces
me pregunto qué hubiera pasado si no hubiese chocado ese coche en la
carretera, seguramente mi madre hubiera llegado antes y me hubiera mirado la
analítica y hubiera descubierto que el que me había dicho el abuelo sobre el
grupo sanguíneo de mi madre era mentira. Pero no pasó nada de esto y entré en
clase sin saber que en las manos tenia la respuesta del misterio que llevaba
tanto tiempo investigando.
Escritora @AinaRib
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