-¡Hola, James! ¿Qué tal, hermanito?
Estuvimos dos semanas con ellos hasta que un día, sentados
en el jardín de mi hermano, la abuela me dijo:
-James, no puedo seguir así, des de pequeña mi sueño es
ser madre y no podré hacerlo realidad. No puedo continuar viviendo así James,
¡no puedo!- me dijo ella a punto de llorar.
En ese momento nosotros no lo sabíamos, pero esa
conversación la escuchó la mujer de mi hermano y se puso a preparar el regalo
de Navidad.
Entonces Chicago era una ciudad muy pobre, y mucha gente
abandonaba a sus hijos en los orfanatos. Claire, que era asistenta social,
estaba trabajando cuando recibió la noticia de Kai. Kai era un bebé que se lo
habían encontrado en la escena de un crimen, estuvieron buscando algún familiar
suyo pero no encontraron a ninguno, y cuando se la dieron a Claire porque le
encontrase una familia, lleno todo el papeleo para que fuese nuestra hija.
Era el día de Navidad cuando la recibimos, nos acabábamos
de levantar, estábamos todos al lado del fuego escuchando a uno de los hijos de
mi hermano que estaban cantando villancicos, cuando por la puerta entro Claire
con ella. Su llegada iluminó la sala, esos ojos azules y esa piel tostada iban
a juego con esa sonrisa tan bonita.
-Mary, James, os presento a vuestra hija, Kai Smith- dijo
mientras se la entregaba a Mary. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Kai, le
sonrió, y desde ese momento supe que nuestra familia estaba completa y que no
importaba los problemas que tuviésemos, siempre estaríamos juntos.
Escritora @AinaRib
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